sábado, 19 de enero de 2013

Crítica a personas que tienen impedida o entorpecida alguna de las actividades cotidianas consideradas normales, por alteración de sus funciones intelectuales o físicas, pero que están en disposición de una integración a la sociedad correcta siendo capaces de realizar trabajos de todo índole y circunstancias con las modificaciones necesarias en su entorno.



 (Suelo publicar un tweet cuando he publicado una entrada, pero me da que con semejante título no me cabrá el mensaje)

Parece que a la gente le gusta corregir. Hoy en día hay que andarse con pies de plomo cuando hablas por ahí con cualquiera. Ni a un amigo de toda la vida le puedes soltar un comentario en plan “Mira que cada vez salen más moros en las noticias”, sin que te suelte el típico sermón de que no todos los africanos son moros, ni los árabes, ni los negros, ni los musulmanes, ni la madre que los parió. Y así, sin quererlo ni beberlo recibes un adoctrinamiento de unos diez minutos (diez minutos que se transforman en media hora si le discutes) en diferenciación de sociedades africanas por no usar la terminología correcta, que a lo mejor tú ya sabías, pero que pasabas olímpicamente de aplicar a tu lenguaje coloquial porque estabas en confianza y con la guardia baja.
Más de un problema y una tarde de discusión acalorada con una amiga que estudiaba trabajo social, me he ganado yo por decir cómicamente “maricón”, “furcia” o “gitano” en un ámbito incorrecto (que parece que uno no puede hacer chistes ya). Pero nada de eso se compara, a la polémica que genera la bomba atómica de este tipo de palabrejas. La palabra minusválido.
Yo, a esas personas que tienen algún tipo de movilidad reducida o limitación, ya sea física o mental, no le tengo más amor ni más odio que el que le tengo al resto de gentuza que habita en este planeta. No los discrimino en absoluto, ni para bien ni para mal. Por eso cuando estoy hablando tranquilamente, y pronuncio por algún lado la palabra minusválido, no os penséis, amantes de corregir al prójimo para quedar por encima, que lo hago por ofender o por ignorancia. No, señor. Lo hago, por un lado, porque es una palabra que el uso continuado la ha adherido fuertemente a mi diccionario personal, y por otro, porque me da la gana.
Y yo ya sé que minusválido se compone de la preposición latina minus que no hace falta ser un genio para saber que significa menos, y que viene a referirse algo como “menos válido”, me lo habrán dicho ochenta veces. Y junto a eso, la retahíla de argumentos que vienen detrás de que ellos no son menos que nadie, que pueden ejercer cualquier labor perfectamente, que no se les puede faltar el respeto de esta manera a las personas, que son PERSONAS (muchos lo ponen así, en mayúsculas, para hacerte el favor de que si andas despistado no te saltes la palabrita) con sentimientos y derechos. Vamos, que la mitad de España no sabe lo que significa “Alea iacta est”, pero ten cuidado con usar la palabra minusválido, porque a la hora de increpar todos sabemos latín, y cualquiera se siente herido.
Luego, como si te estuvieran ayudando a tener una vida más plena y satisfactoria, te dicen que el término correcto es personas con discapacidad. Pero quedaos con la copla, que os cito Wikipedia “términos como "discapacitados", "ciegos", "sordos", etcétera, aun siendo correctamente empleados, pueden ser considerados despectivos o peyorativos, ya que para algunas personas dichos términos "etiquetan" a quien padece la discapacidad, lo cual interpretan como una forma de discriminación”. Echa el freno, madaleno, que no he entendido eso. O sea que si quieres ahorrarte segundos de tu vida, como has hecho siempre con facul, biblio, resi, cole, disco y demás abreviaturas, diciendo discapacitado, irás derechito al infierno, pero si dices persona con discapacidad, quedas exculpado al canto.
Menuda gilipollez, cuando vas a cualquier diccionario como la RAE mismamente, y buscando discapacidad te sale “Cualidad de discapacitado”, y una vez en discapacitado encuentras ya la definición completa. Y es que no se trata de una cuestión de semántica, sino del afán que tienen los españoles de creerse Che Guevara y montar una revolución por una tontería.
Y es que cada vez más, hasta una charla vacua es como ir pisando un campo de minas. Menos mal que mi blog no lo lee nadie y puedo apelar a mi libertad de expresión y quedar como un capullo llamando a quien me de la gana moro, negro, maricón o discapacitado. Joder.

viernes, 4 de enero de 2013

Crítica Intuición femenina

¿Qué opinais sobre la intuición femenina? Ese ente mágico y misterioso, que es como la democracia en nuestro país, nadie sabe exactamente como funciona aunque más o menos sabes lo que hace, y a efectos prácticos, pues nadie cree que exista realmente. Pero bueno, como siempre, esto es sólo un párrafo introductorio al verdadero tema que no tiene nada que ver con la intuición femenina. Lo puse porque era un título con gancho para llegar a la cuestión que voy a tratar, que sí que tiene que ver con intuir y con féminas. La intuición de la que escribiré es realmente la del hombre y el pensamiento que tienen las mujeres sobre su capacidad adivinatoria.

Yo creo que las mujeres realmente poseen esa intuición adivinatoria que les permite saber exactamente lo que están pensando los hombres. Claro, que tampoco es muy difícil saber lo que piensa un hombre. Yo también tengo ese superpoder. Si alguna vez os lo preguntan decid "follar" y en el noventa y nueve por ciento de los casos acertaréis (sobre el otro uno por ciento la respuesta es "nada" ¡o sea que dejad de insistir cuando os lo digamos!). Pero es que en la situación inversa... ¿qué queréis que os diga amigas sobrantes de alelo? Es muy complicado saber qué queréis, y si no nos lo decís alto y claro, pues todavía peor.

Es fácil para ellas, que tienen la evidente tarea de adivinar qué se nos pasa por la cabeza, pensar que nosotros podemos hacer lo mismo a la inversa. Así surgen situaciones típicas como:

Hombre - Te noto rara ¿te pasa algo?

Mujer - ¿A mi? ¿Qué va! - El sujeto se cruza de brazos y desvía la mirada hacia otro lado.

Hombre - A ver ¿Qué te pasa?

Mujer - ¡Tú sabrás!

Hombre - ¿Cómo que yo sabré? ¿Cómo quieres que lo sepa si no me lo dices?

Mujer - ¿Seguro que no lo sabes? Piensa a ver...

Hombre - ¿Pensar en qué?

Mujer: ¡Hazte el sueco ahora! Me tienes cansada ya. ¡Déjame en paz! - Hace mutis hasta abandonar la sala dejando a su compañero con esta cara:




Y que conste que no discuto la raíz del enfado de nuestra amiga. Quizá ese ficticio compañero se olvidara de su aniversario, cumpleaños, santo o mentruación, pero la cuestión es que él no tiene ni idea de por qué están discutiendo en ese mismo momento. Los hombres no sabemos qué pasa por lo que para nosotros es el torbellino de pensamientos y emociones que respresenta el pensamiento femenino. Repetiré la ya muy usada frase de "Los hombres somos simples" cuando no queremos follar, queremos jugar a la consola o estar echados en el sofá viendo la tele tranquilitos. Somos de un estilo de vida que contra menos angustias nos proporcione, pues mejor.

Y es que es fácil para nosotros, que somos de actitud simple y predecible, pensar que ellas actuán siguiendo nuestros mismos intereses. Así surgen situaciones típicas como:

Mujer - Cariño ¡hoy tenemos noche especial!

Hombre - ¡Me encantan las "noches especiales"! - pronuncia con tono juguetón

Mujer - Sabía que al final te gustaría.

Hombre - ¡Muchísimo! Incluso podríamos adelantarla un poco ¿no te parece?

Mujer - Pues buena idea. Llamaré a mis padres para decirles que en vez de solamente cenar, pasen aquí todo el día. ¡Eres un cielo!

Hombre - Pero... si... yo quería... - El sujeto altera de súbito su rostro a algo parecido a:


 

Los dos ejemplos que os brindo desvelan cual es el problema. Nos lo dice el refranero español "Cree el ladrón que todos son de su condición", así nosotros pensamos que ellas son víctimas de nuestro vaguerío, y ellas piensan que nosotros podemos intuir en todo momento lo que se les pasa por la cabeza, y eso no es verdad. Que quede claro de una vez por todas, no tenemos ni idea sobre mujeres, y yo creo que ni las propias mujeres tienen idea sobre mujeres.