miércoles, 29 de mayo de 2013

Crítica a los colores



Tengo una pregunta y es una pregunta muy seria la cual me he planteado en numerosas ocasiones ¿Cuántos colores hay? No tomen la pregunta a la ligera, me explico. Colores existen tantos como el ojo humano sea capaz de sentir (al menos a efectos prácticos para nosotros), pero a lo que me refiero realmente es a que ¿cuántos colores es capaz de categorizar el ser humano? Y es que especifico en el ser humano porque dependiendo de cada uno, de los conos que tengamos cada individuo en la retina, seremos capaces de percibir unos colores u otros, y yo creo fervientemente que el hombre posee 100 conos en los ojos (número puesto totalmente al azar con el objetivo simplemente de fijar un número con el que poder hacer una comparación, ya que  no tengo datos exactos y para escribir una chorrada en el blog, no voy a ponerme a estudiar biología), lo que le proporciona una capacidad de captar los colores muy amplia. Pero existe un especie competente, que nos gana a la hora de percibir diferencia coloril. ¿Qué animal es ese? Pues no es otro que nuestras amigas y compañeras, las mujeres, que yo imagino que poseen 548902765432075843290754392054 conos con sus correspondientes bastones a la par, ya que imaginan (digo imaginan porque soy hombre y no me creo que existan) colores inexistentes, o imperceptibles al ser humano normal, corriente y moliente.

Por ejemplo, ¿qué demonios es el color clara de huevo? ¿O lapislázuli? ¿O color café moca? ¿O blanco perla? Yo siempre he dicho que existen treinta y dos colores marcados por carioca, y no más, que eran los que venían en los paquetes de rotuladores. A mí que no me vengan con colores inventados por capitalistas de la moda. 

Me hace gracia sobretodo los nombres de los colores. Verde musgo, salmón o ceniza. Evidentemente son colores que han surgido respecto a la “necesidad” de distinción entre los colores ya existentes y los tonos que se dan en la naturaleza, pero yo siempre suelo preguntar ¿el color ver musgo de dónde viene? Evidentemente no hacer falta ser Sherlock Holmes para saber que viene del propio musgo, pero antes de que se acuñara oficialmente el término verde musgo para definir el color ¿de qué color era el musgo? ¿Verde?  ¿Puede ser? Entonces el verde musgo… ¿No es realmente verde y ya está?

Postulo que realmente lo importante de los colores no es la tonalidad, sino la capacidad de invertarse un nombre creible. Y si no me creéis, os pondré un ejemplo que me mostraron el otro día, las diferentes tonalidades del verde:

Verde manzana
Verde pastel
Hojas de otoño
Verde oruga
Lima fresca (parece ser que la lima madura o pasada tiene una categorización diferente)
Tallo de apio
Adomo (¿Qué demonios es un adomo?)
Bosque encantado (¿Verde encantado? ¿A qué objeto físico corresponde esto? ¿Lo siguiente será verde ala de hada del bosque?)
Verde campo irlandés (Sólo perceptible por el ojo entrenado de las mujeres irlandesas)
Verde neón
Vértigo
Tallo de rosa
Pinos del pacífico (No hay pinos en el océano. Si se refiere a las costas del pacífico ¿Qué costas? No tendrán las mismas tonalidades la costa americana que la asiática).
Hojas de palmera
Verde primavera (Sabemos que se da durante la primavera. Ahora ¿dónde se da? Aaahm misterios de la vida).
Hojas de mate
Toque de kiwi
Verde griego (Yo cuando dibujo griegos los pinto color carne como a todo el mundo. Como nunca he estado en Grecia pues tampoco voy a negar que los griegos sean verdes como los simpsons amarillos).
Winsurf (Otro sin sentido...).
Gotas de mar (De toda la vida ha sido azul).
Cesped limón
Toque de limón
Vida de campo (Próximamente: color empresario de Nueva York y color productor de Hollywood).
Manto blanco
Lima suave
Deshielo primaveral (...)
Blanco yuca (¿Esto no era una especie de tubérculo marrón? ¿Y ese blanco delante? ¿Qué tendrá que ver con el verde?).

No sé el resto de la gente, pero yo sería capaz de continuar mi vida sin ningún problema clasificando los infinitos todos de verde que parecen existir en verde fuerte y verde flojo, fin.

viernes, 24 de mayo de 2013

El rayador de queso

La precariedad llama a mi puerta, la pobredumbre se instala en mi cuarto. La suciedad me mira a la cara y se rie de mí victoriosa, impregnada por el suelo lleno de esas manchas extrañas que uno nunca sabe cómo han llegado ahí ¿Cuál será el líquido fétido que se habrá derramado para dejar tal marca de indecencia en tu suelo?

Escribo esto un poco exagerando. El suelo del cuarto está sucio, pero tampoco es un vertedero todo esto. Lo que quiero comentaros es el motivo, la inspiración que me ha motivado a escribir esto en el blog. Se trata de un rayador de queso. Efectivamente, amigos míos, las musas llegan de la manera menos esperada y para gente algo mal de la cabeza como yo, pues se presentan en forma de rayador de queso. ¿Y por qué un rayador de queso me hace hablar sobre suciedad? No es el rayador de queso en sí, es por la situación que lo envuelve. Es que se trata de un utensilio solitario y desamparado, ya que los demás enseres de la cocina están, como comúnmente se dice, llenos de mierda.

No los hemos lavado, mamá. Sí, lo sé. Debería ponerme y fregarlo todo, pero la vida del estudiante es difícil y da muchas vueltas, y resulta que uno de esos giros del destino nos ha querido dejar sin lavavajillas (me refiero al jabón, no al electrodoméstico) y lo hemos ido a comprar todavía. El supermercado no está muy lejos, no te voy a engañar, pero aquí viven estudiantes de erasmus y estamos en nuestra época de vagos. Tú no te preocupes que estoy bien y no me va a pasar nada. Te mando un beso y déjame seguir escribiendo, venga.

Pues eso, cara queso, que tengo hambre y me tengo que enfrentar una vez más a la epopeya de alimentarme para mantenerme vivo sin poder usar los elementos típicos de una cocina normal, excepto un rayador de queso, que está limpio y sí lo puedo usar. Eso me abre un menú de:

1º Queso
2º Queso con queso
3º Queso rayado en loncha gruesa con un lecho de queso en polvo.
4º Revuelto de queso rayado fino y grueso con tropezones de tacos de queso.
5º Lonchas de queso bañadas en salsa de queso.

 Y he ahí mi enorme dilema. Me acaba de hacer mucha gracia todo esto, porque acabo de ir a la nevera y no tengo queso... Estoy jodido.