martes, 22 de noviembre de 2011

Pre-parados


Habéis notado algo raro ¿verdad? Leísteis el título y pensasteis “Aquí hay gato encerrado. No me fío del guión ese” En efecto, sois unos linces. No proviene del verbo preparar, como todo el mundo pensaría, realmente se trata de una palabra compuesta por un prefijo (pre-) y un nombre común (parado), que como sabréis se utiliza para definir a la gente que está en paro o al típico tío del instituto que no era muy avispado. Nosotros nos quedaremos con la primera definición. Pero dejemos la clase de morfología para otra ocasión y vamos a lo que interesa. A lo que hago referencia cuando digo “Pre-parados”, es a la situación universitaria actual (y atentos que digo universitaria, no laboral. Paso de hablar de la crisis que seguro que es un tema con el que ya os han comido la cabeza demasiado), a que memoricéis las caras de vuestros colegas de clase, porque los vais a ver mucho en la cola del paro cuando os graduéis.

Hemos de aceptarlo, los universitarios somos futuros parados, pero por todos los dioses ¡estoy más que harto de oírlo! No tienen porqué recordármelo cada día que voy a clase. A lo mejor nos lo dicen para que no se nos olvidemos del problema, para que no nos coja el toro. Ahora en serio ¿Queda alguien realmente que no sepa que estamos en crisis? ¿Creen he vivido en una cueva encerrado todo este tiempo, que no veo las noticias? Un ejemplo, imaginaos que conocéis a un niño con cáncer ¿Le recordaríais que el cáncer es mortal y que se va a morir todos los días de su vida? ¡Pues es lo mismo!

Encima si lo pensáis detenidamente, los que más te lo dicen son tus propios profesores ¿esa gente es tonta o qué? ¿no saben de marketing acaso? le están diciendo a la gente que les paga el sueldo que no merece la pena estudiar que no van a conseguir nada haciéndolo. A ver ¿Qué pretendes? ¿Que deje los estudios y que te quedes sin trabajo? Volved a imaginar al niño con cáncer del ejemplo anterior, ahora va tranquilamente a aplicarse su sesión de quimioterapia. Va el chico muy tranquilo con sus ilusiones de que algún día va a tener una vida normal y saldrá a jugar al parque con los demás niños, cuando el médico le suelta “Chaval, la verdad es que no sé porqué te das quimio, si esto curarte, lo que es curarte, pues no lo va a hacer. Te vas a acabar muriendo igual. Yo soy tú y dejaba el hospital para ir con mi familia los últimos días de mi vida”. Si es que tendrán todos los doctorados que quieran pero la verdad que muy listos no son.

viernes, 11 de noviembre de 2011

A mala hora...

Me encantan los chistes ¿sabéis? Soy la típica persona que podría estar contando chistes durante horas. Me sé de todo tipo; chistes cortos, largos, de gomeros, de médicos, de borrachos, de mariquitas, de locos, del ejército, de pueblo, típicos “un español, un francés y un alemán”, gore, etcétera. Siempre aprovecho una buena oportunidad para contar un chiste que venga al tema, pero existe un género que la verdad, me siento muy vetado a la hora de tirar de su repertorio. Cómo no, el género del que hablo es el de los chistes machistas.

Yo no soy machista que conste, pero me gustan mucho los chistes del estilo. Valoro los chistes por su capacidad para hacer reír y no porque desprestigien a las mujeres (si desprestigiaran hombres me reiría igual), pero esto es una cosa que parece que mis amigas no acaban de comprender.

He estado muchas veces en la situación, de que se me ocurre contarle un chiste machista a un amigo y voy y le suelto con un acentillo andaluz (que siempre da un buen toque) “¿En qué se parece un cepillo de dientes a una mujer? En que cuanto más pasta les echas, más se abren las cerdas” Tras las típicas risas, aparece una amiga salvaje que nos pregunta:

  • ¿De qué se están riendo? - Dice con una sonrisa en la cara

  • De un chiste que me acaba de contar – responde mi amigo mientras yo le hago señas escondidas para que se calle sin muchos resultados.

  • ¿A sí? Cuéntamelo a ver – Me dice ella ilusionada

  • Sí eso cuéntaselo, cuéntaselo – Malmete mi colega, con afán de buscarme un problema

  • Es que... es un chiste machista... uno bastante fuerte - Digo para que sea consciente de a lo que se enfrenta

  • No pasa nada, cuéntamelo anda. Yo tengo buen sentido del humor.

En un momento de debilidad e ingenuidad, decido contarle el chiste en cuestión. Tengo la costumbre de en cuanto acabo un chiste, me río un poco para dar a entender que el chiste se ha acabado e incitar a la otra persona a que se ría también. Pero no os imagináis la cara de gilipollas que se me queda, cuando yo me río al acabar el chiste y me doy cuenta de que ella cambia su cara de “¡Qué ilusión! Me voy a reír mucho con este chiste” a “¡Menudo retrógrado machista de mierda que es este tipo!”. En este punto me doy cuenta de mi error y empiezo a excusarme:


  • Mujer, es un chiste. Yo no soy machista, es sólo para reírnos un poco

  • Reírte de las mujeres ¿no?

  • Bueno, las mujeres son en blanco en este caso, pero vamos que es una broma, no hay que tomárselo a pecho.

  • Pues en las bromas siempre hay parte de realidad, y si no fuera por una mujer tú no estarías aquí ahora mismo (obviedades al poder). Eres un machista y un prejuicioso.

  • Un momento, vamos a ver si nos entendemos. Lo que yo digo es que...

  • No pienso seguir escuchando tus comentarios de ultraderecha ¿sabes? A partir de ahora no me hables. Es más, exijo una compensación por los daños que has causado todos estos años contando esos chistes por ahí. Una compensación ¡de sangre! ¡Me comeré tu corazón!

  • ¡Aaaghhh! ¡Qué alguien venga por favor! ¡Sálvenme! ¡Necesito ayuda! - Grito desesperado mientras mi amigo corre para evitar ser él la siguiente víctima.

Así suelen acabar generalmente estos encuentros, con mi corazón devorado por una mujer caníbal, que al contrario de lo que dijo no tiene sentido del humor, y mis amigos dejándome tirado mientras agonizo en el suelo. Bueno, puede que esté exagerando o haya “maquillado” un poco la verdad como me gusta decir, pero los telediarios lo hacen muy a menudo para conseguir audiencia y nadie les critica...