jueves, 10 de abril de 2014

Crítica ese momento de niña a mujer

Una vez más vuelvo a la carga tras estar meses sin escribir con una entrada de las que a mí y a todo el mundo gustan. De esas entradas que critico algo de lo que no tengo ni puta idea, básicamente. ¿Y por qué hablo sin tener ni puta idea? Puede preguntarse alguno que todavía no me conozca lo suficiente para saber que tengo esa cosumbre muy arraigada en mi interior, pues porque cualquiera puede criticar algo sabiendo. Cualquiera puede hablar de algo que ya ha visto, leído o hecho. Es demasiado fácil, demasiado cómodo, pero ¿y criticar sin saber? Hay que ser un auténtico profesional de la crítica para criticar teniendo apenas una vaga idea de lo que se habla. Y precisamente esa, es mi especialidad.

Pues hoy hablaremos (hablaré yo solo, porque vosotros ni dejaréis un triste comentario) de un hecho cotidiano para el hombre de a pie, pero trascendental en la vida de toda mujer de nuestra sociedad. Sucede en un momento ritualista, todas las mujeres han pasado por ello, y se trata del mágico paso que transforma el capullo en flor, el gusano en mariposa, metáforas aparte, convierte a la niña en mujer. Es un paso que cuando llega el momento en el que sucede por primera vez, el padre responsable normalmente ni sabe ni quiere saber nada al respecto, y recae la responsabilidad en la madre de la chavala, que como mujer moderna hecha y derecha, ya tiene experiencia en lo que la nueva mujer de la casa necesita para el comienzo de su nueva vida. Ese elemento místico para los hombres, domado por las mujeres, y envidiado por muchos travestis y drag queens, no puede ser otro que: el bolso. 

(Sí, lo sé. Pensabais que iba a hablar del jodepolvos, del periodo, de la regla, vamos. He de reconocer que, humildemente, soy un valiente a la hora de escribir "anonimamente" ¿pero tanto como para hablar sobre la regla? No, amigos. No me atrevo a entrar en ese berenjenal todavía).

Creo que el momento en el que se le compra el bolso a una niña, es el punto de inflexión que deja atrás los elementos típicos de la infancia como sus peluches de cama y braguitas de bob esponja, y entra en juego la madurez con todas las cosas que guardan en común las mujeres adultas, como sus peluches de cama y sus braguitas de bob esponja. Buenos yo no sé por qué siguen comprándose braguitas de dibujos animados y manteniendo los peluches, pero es que yo no sé nada mujeres.

Por otra parte, con la curiosidad que me caracteriza, me he fijado mucho en los bolsos de las mujeres. He llegado a la conclusión de que son como una especie de reflejo del alma de su portadora. Lo primero que hay que saber, es que como cada mujer, son todos distintos. Bonitos, feos, altos, bajos, gruesos, finos, chillones, locos, antipáticos, mandones, a veces te dicen lo que tienes que hacer, otras te sueltan excusas malas tras haberlos estado esperando dos horas a que se maquillaran, luego no te dejan salir con tus amigos porque ya habías quedado con ellos, en fin... hay de muchos tipos. Podría estar hablando de las características bolsiles mucho tiempo pero me quedaría una entrada muy larga. El detalle que más me llama la atención no es otro que su capacidad de contenido.

Mi opinión respecto a la cantidad de cosas que puede albergar un bolso, podría expresarla diciendo que ya le gustaría a Doraemon tener un bolso en vez del bolsillo ese raro (nunca entendí por qué tenía un bolsillo en la barriga en vez de en los laterales del pantalón... luego gracias a él se pusieron de moda esos suéteres, pullovers, jerseys con capucha y bolsillo frontal, donde nadie suele guardar una mierda). En un bolso de mujer hay de todo; cartera, barra de labios, perfume, móvil, auriculares, llaves con trescientos mil llaveros de tamaño descomunal, un peine, acetona y pintura para las uñas, las armas de destrucción masiva de oriente medio, Bin Laden, el Santo Grial, etc, etc. Es normal que necesiten un bolso para llevar todos esos artículos de primera necesidad ¿verdad? Es que si no lo llevaran, para cargar todas sus cosas, tendrían que llevar una ristra de sirvientes detrás más grande que el ejército de Daenerys Targaryen.

Si es que tienen de todo. Yo cuando veo que alguien cae redondo al suelo, inconsciente, en un restaurante (lo que nos pasa a todos en el día a día según las películas), en vez de llamar a un médico, llamo a una mujer cualquiera, que seguro que tiene algo en el bolso que resucite al hombre y lo haga volver en sí, o en do (chiste musical. Ba Dum Tssss), y a las últimas ¡pues puede llegar a tener un médico dentro del bolso, incluso! Y todo eso lo llevan al hombro. Que luego mi novia viene y me dice "¡Ay! ¡Amor! Hazme un masajito que me duele la espalda". ¡Si es que es normal! Lo raro sería que no te doliera si llevas todo el día cargando eso que pesa más que el martillo de Thor.

Yo, propongo que empiecen a tratar a los bolsos como armas blancas. Si en la edad media hubiera llevado bolsos en vez de mazas, la humanidad se habría extinguido debido al descontrol de su peligrosidad hace mucho tiempo. Eso sí, viendo el lado malo, las películas del señor de los anillos no quedarían tan guays con el rey brujo ahí empuñando un Gucci de piel, pero seguro que hubieran cambiado las tornas entre ambos ejércitos con esas adquisición tan destructiva como divina en el bando del mal.

(Abro paréntesis al final, así, porque me da la gana, para decir que he aumentado seriamente el número de chistes frikis en esta entrada. Estoy aumentando la exclusividad del blog ¿eh? Siéntete afortunado lector. Y visítanos todos los días que en unos dos o tres meses más vas a tener otra entrada inédita y súper divertida igual que esta).