Cuando un hombre se
queda soltero puede tomar dos caminos. El primer camino, que es el
que todos los amigos desean que tome el sujeto en cuestión, se llama
“De vuelta a la soltería, todas las mujeres patas arriba”. El
título es bastante aclarador ¿no os parece? A follarse a todo lo
que se mueva para ser claros. Es el camino que toma Barney Stinson en
“como conocí a vuestra madre” al romper con Robin. Entonces ¿el
segundo camino es el que toma Robin? ¿el de centrarse en su carrera?
Ni de coña, eso son gilipolleces, la serie no refleja tanto la
realidad. El hombre que no toma la primera opción se ve atrapado en
lo que yo llamo “De vuelta a la soltería, la echo montón de menos
y ojalá volviera conmigo” (no todo podía rimar).
Y es que mucha gente
piensa que en una pareja la parte femenina se beneficia del cariño,
la compañía y el bienestar, mientras que la parte masculina se
beneficia a la femenina. Es un prejuicio muy extendido el pensar que
los hombres nos echamos pareja sólo para asegurarnos un calendario
lleno de polvos. Bueno, parte de razón lleva, no lo vamos a negar,
pero a lo que me refiero es que, y quiero que se desmienta de una vez
por todas, el sexo no es la única ventaja que un hombre encuentra en
una relación. La prueba está en que cuando hablas con un sujeto,
que por desgracia ha caído en el segundo camino, de lo que te habla
es de que quiere volver a verla, le apetece oír su voz y, no lo
vamos a negar, también le apetecería acostarse con ella (el ser del
que hablo es un hombre destruido, pero es un hombre).
Personalmente, puedo
decir que no sólo disfruté el sexo sino, cada día que pasé con
mis antiguas compañeras. Me encantaron los paseos por el parque.
Degusté cada momento y cada helado que compartí con ellas. Me reí
viendo como se caían cuando patinábamos y luego me pedían
consuelo. Me perdí el argumento de muchas películas que fui a ver
al cine, porque mis ojos y me pensamiento prestaban atención a
ellas. Sonrío al recordar las bromas que les gastaba para hacerlas
enfadar un poco. Echo de menos las tardes enteras sentados en algún
mirador, charlando sobre temas efímeros. Pero añoro aún más los
momentos de silencio, en los que nos decíamos más cosas mirándonos
a los ojos unos segundos, que hablando un día entero. ¿Me podéis
negar lo que digo? Creedme cuando os digo que por muy bonito que os
lo pinte, más de una de ellas me llevaría la contraria.
Y ya para acabar (ya que
me puse un poco pasteloso con el último párrafo, acabo de ver Love
story no me lo tengáis en cuenta) y para reforzar mi teoría, como
buen científico y debatiente, cito una frase de Michael Scott,
protagonista de “The Office” (¡un personaje ficticio de una
serie de televisión! Menuda prueba irrefutable¿eh?). Dice así “Al
contrario de lo que mucha gente piense, lo malo no es estar salido,
sino estar solo”. Lo dijo justo después de terminar su relación
con una mujer que le faltaban más tornillos que a la estructura de
las torres gemelas ¡Aplauso para el caballero!
¡Cuanta razón! Y eso que no he sido tío nunca...
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