miércoles, 14 de septiembre de 2011

El otro punto de vista

El que me conoce, o cualquiera que se haya leído algo del blog, sabe que mi opinión sobre la actitud de las mujeres es bastante radical. Que están locas, que son personas ilógicas, su cerebro funciona diferente al nuestro, etc. son algunos de las discusiones que comparto con mis amigos en mi día a día. Pero el otro día me sucedió una cosa que expandió los horizontes de mi actitud crítica frente a la problemática de las relaciones entre hombres y mujeres.

En verdad no me sucedió nada a mi, más bien fui consciente de la situación de otra persona. Esa persona es una amiga mía que se encontraba en medio de una ruptura. Tras hablar con ella apenas unos minutos sobre lo sucedido, me di cuenta de que las mujeres también se llevan más de una sorpresa respecto la actitud de los hombres. Yo ya sabía que los hombres no somos perfectos ni mucho menos, hay mucho tío suelto que se comporta con poco o ningún respeto hacia las mujeres, como si fueran apenas un pasatiempo pasajero. Pero este estereotipo social, se refiere más bien que los hombres son unos cerdos, que no es el quit de la cuestión que quiero tratar. Lo que la situación de mi amiga me hizo llegar a pensar, es que los hombres pueden albergar cierto grado de locura en su interior.


Cómo mis amigos son más de género masculino que femenino, he escuchado muchas más historias criticando a mujeres, que a hombres, y como yo mismo soy un hombre, todos los conflictos que he vivido con mujeres me los imagino conmigo de víctima en el papel protagonista. Tras esto, y después de haber visto la situación de mi amiga pensé “¿Y si las mujeres piensan igual que yo y creen que los locos somos nosotros?" Quizá sea un sistema de defensa emocional que tiene todo el mundo; pensar que los demás estamos tarados y el único cuerdo es uno mismo. En ese caso ¿estamos todos locos? ¿o estamos todos cuerdos y nos criticamos por despecho? El enfermo mental en raras ocasiones reconoce su estado, o sea que está complicado averiguar la respuesta...

Entonces ¿En qué quedamos? ¿Quién tiene la culpa de las rupturas? ¿Se podría generalizar alguna ley de las relaciones humanas que nos ayude a evitar esto? ¿Alcanzaremos algún día las respuestas a estas preguntas? Tranquila amiga mía. Como puedes ver en este escrito, los hombres nos comemos demasiado la cabeza con muchas gilipolleces.

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