miércoles, 12 de septiembre de 2012

Crítico juegos variados

El lector asiduo al blog, sabrá que soy muchas cosas, entre las que podemos destacar, quejica, borracho, curioso, fan de los chocoflakes, enemigo número 1 de las pasas con chocolate, y alguna que otra más que no me viene ahora a la cabeza. Pero hay una gran parte de mi personalidad que no ha quedado plasmada en ninguna de las entradas que he redactado, la de jugador competitivo.
Me encanta jugar, a las cartas, juegos de mesa, juegos de agilidad, juegos deportivos, etc. Y contra más complicado de jugar, difícil de entender e intrincado reglamento, más me gusta. Pero sobretodo disfruto de la competición en todo lo que juego. No es que sea de esos que no les gusta perder ni a las chapas, sino que si se puede establecer un sistema de clasificación para poder averiguar cuál de todos los jugadores es el mejor ¿por qué no usarlo? Es un punto picante que se le añade  al juego para que la gente se esfuerce más en conseguir la victoria, como las apuestas (que también me encantan). Y por supuesto siempre se disfruta de los comentarios humillantes hacia tus rivales “¡Menuda cuerada te acabo de pegar!”, “¡Serás gitano!”, “¡Chiquito baño! No me diste ni para empezar”, “¡Mi equipo le dio un palizote al tuyo! Normal, tenéis menos fondo que una piscina de niños chicos”.
Todo lo comentado anteriormente me dispara la adrenalina, pero he de decir que no todos los juegos son tan interesantes. Por desgracia, la mayoría de la población no comparte mis gustos hacia la competición y los juegos complicados, y en muchas ocasiones me veo obligado a participar en juegos que la verdad… dejan mucho que desear. Por eso mismo, para demostrarle al mundo mi indignación, y porque todavía me quedan unas dos horas de aburrimiento en el barco, he decido hacer una lista con lo que considero que son los cinco peores juegos que ha creado el hombre. Ahí va.

5º Posición: El Risk.
Le tengo un odio especial al Risk. La gente no lo comprenderá, pero yo soy enemigo número uno de los dados. Los dados proporcionan aleatoriedad a un juego, y todo lo que es aleatoriedad se transforma en suerte, y la suerte es la antítesis de la estrategia. Por eso mismo, cuando tienes tu cañón, tus dos caballos y un par de soldados en Brasil, dispuestos a atacar a una muy mal defendida África, que cuenta con una triste infantería, se adueña de ti un morboso pensamiento imaginándote las tropas enemigas desmembradas sufriendo el yugo de tu implacable ataque. Pero rápido se te despeja esa cara de sádico macabro cuando tu rival empieza a sacar seises aniquilando todo tu ejército tirada tras tirada, dejándote con una sensación como cuando el mecánico te clava doscientos euros por cambiarle las ruedas a tu coche “Me acaban de estafar, y no puedo hacer nada para evitarlo”. Por eso mismo, el Risk doesn’t rule.
4º posición: El Uno.
Os juro que no lo entiendo ¿Qué le ve la gente al Uno? Sólo hay dos opciones tácticas en el juego, echar carta, o no echar carta, fin. Y encima es el típico juego que cuanta más gente juega, peor es el juego. Los turnos se hacen esperar infinito, tu acción depende únicamente del jugador anterior a ti, y para mayor desfachatez, después de estar cinco minutos esperando porque han cambiado el sentido del juego unas sopotocientas veces, llega uno y te tira una carta que te impide jugar tu próximo turno. Yo he jugado partidas al Uno en las que he perdido sin poder tirar ni una sola carta… deprimente.
3º Posición: El juego del siglo
El juego del siglo, es uno de los muchos regalos malísimos que me ha hecho mi madre por reyes. Se trata de un juego de mesa que mezcla el trepidante mundo de las apuestas... con preguntas sobre la historia del siglo XX. Súper interesante. Teniendo en cuenta que cuando me lo regaló tendría yo dieciséis o diecisiete años, no tenía ni idea de historia y encima era la asignatura que más odiaba en el instituto, por lo que el juego no pintaba muy allá, pero por no romperle la ilusión a mi madre me eché un par de partidas para posteriormente dejarlo aparcado encima del armario durante años. Os diré que en las partidas que me eché, salieron muchas preguntas de historia de aquella caja, pudimos haber formulado unas treinta o cuarenta preguntas en total, y sólo vi responder correctamente ¡una sola pregunta! ¿A quién se le ocurre regalarle un juego de preguntas de historia a un adolescente? Yo quería una bici, maldita sea.
2º Posición: El bingo.
Al contrario de lo que muchas señoras mayores me digan, el bingo no debería existir en este mundo. Analizadlo detenidamente, es un juego en el que la acción del jugador consiste solamente en tachar números de un cartón, y ni siquiera puedes elegir tú todos los números. Es aleatoriedad en su máximo esplendor. Más fácil y eficiente sería que todos los jugadores cogieran un único número y tiraran una única bola, o si te me vas a poner maniático con que mi método no tiene cabida para la “línea”, pues se tiran dos bolas y punto. ¿Por qué creéis que sólo van las abuelas al bingo? Porque son gente sin criterio sobre los juegos. Bueno, conozco jóvenes que van al bingo antes de salir de fiesta, pero eso es porque las copas están baratas.
1º Posición, el juego más odiado es… El cinquillo
Una amiga me dio un consejo sobre escritura una vez, me dijo que intentara no usar palabrotas porque rompen un poco al lector. Mucha razón tenía, pero me siento incapaz de no insultar al cinquillo, o sea que siento que no vaya a quedar un texto fácilmente digerible. Este juego es una puta mierda. Es una basura, y por desgracia, es el juego favorito de mi familia. En todas las reuniones familiares aparece mi tía con una baraja diciendo “¿Quién se echa un cinquillito?” Así, con diminutivo para que suene como más divertido o qué sé yo. Y lo que me sorprende es que la gente acude a su llamada, “¡Qué bueno!”, “Pues tengo ganas de cinquillo” dicen mientras yo los miro con desaprobación. Es como el Uno, pero peor, porque tu mano es la misma desde el principio, ni siquiera puedes robar nuevas cartas. Como te toque póquer de reyes y unos, despídete de la victoria. Es el único juego que entre aburrirse el resto de la eternidad flotando en la nada absoluta, y jugar al cinquillo, prefiero la opción A. Creador del cinquillo, suicídese por todo el mal que ha proporcionado a este mundo, por favor.

3 comentarios:

  1. Chacho pues yo creo que usar la palabrota es una cosa maravillosa si se hace con tino. Véase el gran maestro del arte Pérez-Reverte, capaz de insultar como si estuviese en una pelea a cuchillo en los suburbios, y al mismo tiempo sentar su culo añejo en un sillón de la real academia. ¡Ciscarse en los antepasados es todo un arte!

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  2. Furcia que! Tienes esto un fisco abandonado, ¿no?

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