Los listillos de medio pelo como yo creemos que ya tenemos todo pensado, que le hemos dado vueltas a la sociedad y su comportamiento lo suficiente como para dar clases de sociología en la universidad. Pero el otro día estaba hablando con unos amigos tranquilamente, cuando de repente uno de los comentarios de mis amigos me revela una epifanía que me deja en shock (muchas de mis entradas empiezan con algo impactante mientras estoy tranquilamente. Aunque no en todas empiezo insultándome, todo sea dicho). Viene uno de ellos y como si fuera una cosa normal y corriente pregunta "¿Por qué todas las mujeres de nuestra edad salen con hombres de treinta años?". Ellos siguen charlando como si tal cosa con su pulso inalterado, mientras que a mí se me prende la mecha de la neuronas y se me abren los ojos como platos.
Anonadado me pongo a pensar y están en lo cierto. Empezamos a sacar ejemplos y observamos que entre los tres tenemos al menos diez conocidas que salen con hombres de exactamente treinta años, o próximos a la treintena. Mi estupor no vacila ni un segundo mientras me doy cuenta de como todas las piezas de un puzzle que he estado mirando durante años se juntan y por fin soy capaz de ver la imagen que forman.
Por supuesto, yo ya sabía que las mujeres tienden a salir con hombres mayores que ellas, pero ¿y este salto tan inconmensurable? ¿Así? ¿Tan de repente? Hasta hacía poco siempre había pensado que esa diferencia de edad entre el hombre y la mujer de la pareja era de unos dos, tres, cuatro o cinco años aproximadamente, pero mi horizonte se acababa de expandir kilométricamente tras aquella revelación ipso facto.
Una mujer pasa de las típicas relaciones de universitarios, de salir de fiesta, de hablar de exámenes, de pasártelo bien, de entender a tu conyuge, porque a falta de un par de años tiene aproximadamente tu misma edad, y dentro de lo que cabe "estáis en la onda", a aventurarse con un hombre que le saca diez años, que tiene un trabajo serio (amigo lector de aproximadamente mi edad, trabajar en el Macdonal, el rey hamburguesa o de socorrista los veranos, no es un trabajo serio. Asúmelo y no dejes tu vida anclada ahí), a empezar a pasar las fiestas con la familia, a hablar de... ¿a quién votaste las últimas elecciones? ¿De que su jefe es un cabrón? ¿De que el IRPF ha subido un 0,7%? ¿De la inflación? ¿Qué tipo de temas son estos, eh?
Pero realmente, la posible diferencia madurativa en general, no es lo que a mí más me llama la atención y me ofusca. Cada uno hace lo que quiera con su vida, mientras no haga daño a nadie ¿verdad? Pues he ahí el porqué le estoy dedicando una entrada a este tema en el blog a las tres y media de la mañana y escupiendo veneno en cada tecla. Porque se está cometiendo una injusticia ¡una injusticia social! Porque, evidentemente, si todas las mujeres de mi edad están con hombres que me sacan casi dos lustros ¿qué nos queda a nosotros, compañeros? ¿Por qué no podemos tener relaciones con mujeres de nuestra quinta? ¿Por qué se van con los de la quinta del buitre?
¡Qué desconsideradas son! Llevamos con ellas desde nuestros inicios. Ya en la cámara post-parto, donde guardan a todos los bebes, estábamos con ellas, llorando juntos, compartiendo los hobbies de la edad. Luego fuimos a la guardería con ellas, nos tiraron del pelo, pegaron y demás tropelías y las aguantamos. En el colegio las teníamos en clase, pasábamos un poco de ellas por esa época, pero nunca las dejamos en la estacada. En el instituto quisimos compensarlo ¿Cómo es posible que no les hubiéramos prestado la atención que se merecen? Y ahí nos hicimos sus amigos, y en más de una ocasión más que eso. Compartimos primeros besos, primeros rollos y primeras experiencias sexuales. Seguimos con ellas hasta la universidad, puede que con la misma, o variando, pero siempre ahí, dando el cayo, currándonoslo ¿Y ahora llegan con toda su cara y nos sueltan "Ayer empecé a salir con Enrique, tiene treinta años. Ya te lo presentaré, pero llámalo Enrique, no Kike, que dice que ya es suficientemente adulto como para que le estén cambiando el nombre".
¡Pues no! Lo pienso llamar Kike y que se joda, por cabrón. Por robarnos a mano armada a una de las mujeres de nuestra generación. Porque llevamos toda la vida con ellas ¿qué derecho tienen ahora de arrebatarnos a lo que le hemos dedicado tanto tiempo y esfuerzo? ¿Por qué nos abandonan así? ¿Porque él tiene coche, trabajo, gana dinero, es simpático, estatus social y ofrece una gran estabilidad y confianza? ¿Qué razones de peso son esas? ¿Eh? Yo escribo un blog con temática de dibujos animados, soy un hombre divertido ¿ya se les pasó la época en la que querían que las hiciéramos reír? ¿Qué hago yo con todos mis chistes ahora? ¿Irme al club de la comedia?
No, me niego a aceptar esta situación. Me parece una estafa ruin, malintencionada y pendenciera. Me temo que he de añadir otra injusticia más de la que quejarme en un futuro. Un futuro no muy lejano, porque sospecho que cuando tenga treinta tacos y se me presente una joven impresionada por una fachada que desprenda adultez a sus ojos, ya se me irán los principios por la bragueta del pantalón.