domingo, 14 de agosto de 2011

Juro venganza: Los secadores


El avance tecnológico se pasa ya de castaño oscuro. Estoy en un aeropuerto y acabo de venir del baño. Fui a lavarme las manos nada más. Yo iba muy contento porque me voy de vacaciones, perdido en mi ignorancia, sin saber lo que el destino me deparaba ahí dentro. Un elemento que despertaría un odio en mi irreparable e insaciable. El secador.

Odio con todas mis fuerzas ese secador, me desesperó hasta decir basta. Yo a los secadores en general no les deseo mal ninguno, pero resulta que éste específicamente lo habían dotado de una tecnología láser para que uno no tenga que estar haciendo el laborioso trabajo de apretar un botón. Cuando aprecié el detalle de la inexistencia del botón, ya pensé “Ay mi madre” como cansado ¿Me entendéis?

Total, no juzguemos antes de probar, a lo mejor no pasa nada. Pongo las manos mojadas debajo... no sale aire. “Estaré colocando las manos mal, no estaré tocando el láser, o lo que coño sea que haya que tocar” Acerqué las manos. Alejé las manos. Las subí. Las bajé. Hice figuras de perros. Luego conejos. El pino puente....nada. “Bueno, vamos a ver. ¿Dónde está el láser de esta mierda?” Después de un rato buscando el láser por todos lados, me costó mucho encontrarlo porque estaba camuflado, era del mismo color que el propio secador con un ligero matiz claro. Puta estética....

Cuando por fin consigo localizarlo, vuelvo a poner las manos, y el maldito aparato del infierno empezó a reírse de mi expulsando aire de manera intermitente haciendo imposible la labor por la que se había fabricado. Mi periplo hacia el secado de manos me tuvo tan absorto que cuando quise darme cuenta tenía una cola considerable formada detrás de mi para secarse las manos. Yo solté un “Me da que no funciona” señalando al secador para rebajar el nivel de odio que el populacho podría tener hacia mi persona. El segundo de la cola avanzó hacia el mismo con un “Deja ver” y puso las manos bajo el secador, y de repente para mi sorpresa el desgraciado gusano inmundo (el secador) se pone a funcionar como si nada. Por mi cabeza pasó un WTF? En mayúsculas tal cual. Pero físicamente me di la vuelta e hice mutis hasta la salida, eso si, con las manos mojadas todavía, problema que solventé después con el pantalón.

¿Me odia la tecnología? ¿Soy un inútil que no sabe cómo funciona un secador ? ¿ O tiene ese hombre poderes sobrenaturales con los secadores? A lo mejor es un X-men. La tecnología a veces es contraproducente. Nos está haciendo unos vagos ¡Con lo fácil que es apretar un botón! Si al final van a tener razón los de Wall-e....

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