viernes, 11 de noviembre de 2011

A mala hora...

Me encantan los chistes ¿sabéis? Soy la típica persona que podría estar contando chistes durante horas. Me sé de todo tipo; chistes cortos, largos, de gomeros, de médicos, de borrachos, de mariquitas, de locos, del ejército, de pueblo, típicos “un español, un francés y un alemán”, gore, etcétera. Siempre aprovecho una buena oportunidad para contar un chiste que venga al tema, pero existe un género que la verdad, me siento muy vetado a la hora de tirar de su repertorio. Cómo no, el género del que hablo es el de los chistes machistas.

Yo no soy machista que conste, pero me gustan mucho los chistes del estilo. Valoro los chistes por su capacidad para hacer reír y no porque desprestigien a las mujeres (si desprestigiaran hombres me reiría igual), pero esto es una cosa que parece que mis amigas no acaban de comprender.

He estado muchas veces en la situación, de que se me ocurre contarle un chiste machista a un amigo y voy y le suelto con un acentillo andaluz (que siempre da un buen toque) “¿En qué se parece un cepillo de dientes a una mujer? En que cuanto más pasta les echas, más se abren las cerdas” Tras las típicas risas, aparece una amiga salvaje que nos pregunta:

  • ¿De qué se están riendo? - Dice con una sonrisa en la cara

  • De un chiste que me acaba de contar – responde mi amigo mientras yo le hago señas escondidas para que se calle sin muchos resultados.

  • ¿A sí? Cuéntamelo a ver – Me dice ella ilusionada

  • Sí eso cuéntaselo, cuéntaselo – Malmete mi colega, con afán de buscarme un problema

  • Es que... es un chiste machista... uno bastante fuerte - Digo para que sea consciente de a lo que se enfrenta

  • No pasa nada, cuéntamelo anda. Yo tengo buen sentido del humor.

En un momento de debilidad e ingenuidad, decido contarle el chiste en cuestión. Tengo la costumbre de en cuanto acabo un chiste, me río un poco para dar a entender que el chiste se ha acabado e incitar a la otra persona a que se ría también. Pero no os imagináis la cara de gilipollas que se me queda, cuando yo me río al acabar el chiste y me doy cuenta de que ella cambia su cara de “¡Qué ilusión! Me voy a reír mucho con este chiste” a “¡Menudo retrógrado machista de mierda que es este tipo!”. En este punto me doy cuenta de mi error y empiezo a excusarme:


  • Mujer, es un chiste. Yo no soy machista, es sólo para reírnos un poco

  • Reírte de las mujeres ¿no?

  • Bueno, las mujeres son en blanco en este caso, pero vamos que es una broma, no hay que tomárselo a pecho.

  • Pues en las bromas siempre hay parte de realidad, y si no fuera por una mujer tú no estarías aquí ahora mismo (obviedades al poder). Eres un machista y un prejuicioso.

  • Un momento, vamos a ver si nos entendemos. Lo que yo digo es que...

  • No pienso seguir escuchando tus comentarios de ultraderecha ¿sabes? A partir de ahora no me hables. Es más, exijo una compensación por los daños que has causado todos estos años contando esos chistes por ahí. Una compensación ¡de sangre! ¡Me comeré tu corazón!

  • ¡Aaaghhh! ¡Qué alguien venga por favor! ¡Sálvenme! ¡Necesito ayuda! - Grito desesperado mientras mi amigo corre para evitar ser él la siguiente víctima.

Así suelen acabar generalmente estos encuentros, con mi corazón devorado por una mujer caníbal, que al contrario de lo que dijo no tiene sentido del humor, y mis amigos dejándome tirado mientras agonizo en el suelo. Bueno, puede que esté exagerando o haya “maquillado” un poco la verdad como me gusta decir, pero los telediarios lo hacen muy a menudo para conseguir audiencia y nadie les critica...

3 comentarios:

  1. El Aarón de los huevos ayer de fiesta contando el chistaco de las cerdas en plan by David Ricardo xD aunque he de decir que de este género este chiste es uno de los más suaves que te he oído, gentuza! XDD Un saluudo ^^

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  2. El aarón es un hombre sabio xD!!

    PD: para que usaré yo seudónimos....

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  3. Opción A: Los seudónimos están sobrevalorados
    Opción B: Pa las risas
    Comodín: Ups!

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