Aquí el fallo de la teoría. A la hora de escribir a la mañana siguiente (mañana, tarde o noche depende de cuando me levante, que a su vez depende de cuanto alcohol haya ingerido en la fiesta), no me acuerdo de nada de lo que pensé ayer y me vuelvo a quedar en blanco ante el portátil. He pensado en comprarme una grabadora, pero si la llevo borrachísimo por ahí, lo más probable es que me dure dos días, y los pocos días que la tenga, sólo se escuchen gilipolleces. O sea que una vez más me topo con un dilema sin solución. Podría también colocarme en mi piso y escribir seguidamente, pero tampoco voy a estar dependiendo siempre de los alucinógenos para escribir. No quiero acabar como Amy Winehouse.
Otra manera relativamente fácil de encontrar un tema para escribir es criticar algo, como una película o algo que te haya pasado últimamente. A la hora de dar tu opinión sobre un suceso puedes argumentar normalmente desde dos posiciones, que algo te parezca bueno o que te parezca un bodrio. Mi experiencia me dice que es más fácil criticar negativamente, cosa que nos encanta a los españoles (quizá sea algo cultural oye...). Cualquiera puede hacer un monólogo medianamente decente quejándose sobre algo, sólo tiene que señalar un aspecto que sea de descontento general y terminarlo con algún chiste o juego de palabras. Esto combinado con una actitud de enfadado en escena, son la clave para hacer una actuación arrasadora en “Nuevos Cómicos”, y si no me creéis, mirad monólogos de Don Mauro.
Lo realmente complicado es hablar desde el otro punto de vista, ya que, para alabar algo necesitas conocer bien lo que se critica, saber sus puntos fuertes y el porqué de los mismos. Una técnica buena para escribir alabanzas es el uso de diferentes recursos lingüísticos como la personificación (si estás hablando de un objeto inanimado claro), metáforas ocurrentes e hipérboles (exagerar desmesuradamente una cualidad). Fijaos si queréis en la entrada Crítica gama de cereales Flakes que posee muchos ejemplos de lo que hablo, o mismamente el escrito Crítica pan con tomate y pan con ajo y perejil es una gran personificación y metáfora.
Pero lo realmente complicado amigos es sin duda el final. Es donde la mayoría de personas se quedan atascadas o cometen errores estropeando la calidad del escrito. El final debe ser redondo y dar una sensación de que todo ha servido para algo. El final perfecto es el que explica el mayor número de cosas, con el menor número de palabras posible. Podéis ver un claro ejemplo de lo que hablo en el siguiente relato del gran maestro de la ciencia ficción Isaac Asimov (click here man).
¡Y fin! Bueno, ahora que me fijo.... no me ha quedado mal la entrada para ser una especie de queja que se acabó transformando en un extraño tutorial de escritura ¿no? Si me sale esto escribiendo sobrio, a las seis de la mañana y sin estar inspirado, el día que esté colocado, sea de día y me visiten las musas ¡escribo un superventas mejor que la jodida biblia! ¡Noh!*
* Noh: Expresión usada para dejar claro que la frase que precede al mismo no hay que tomarla en serio o se trata de una exageración en broma.