sábado, 4 de junio de 2011

¿Y a mi que coño me importa?


Internet, el mayor invento de la existencia de la humanidad, nos permite disfrutar de una cantidad de información prácticamente infinita, en relación a nuestro periodo de vida. Uno puede acceder a la red para copiar un trabajo de la universidad de wikipedia, buscar rápidamente ese grupo que le acabas de decir a una pibita que has escuchado de toda la vida o incluso para ver porno con el objetivo de hacerse una señora gayola (más comúnmente usado este último ejemplo).

Pero claro Internet, maravillosa tecnología, no sólo nos ofrece la capacidad de recibir información, sino también de compartir nuestros conocimientos en blogs, foros, fotologs, redes sociales y demás variedades (¡esto ya es la repanocha!), y he aquí señores un arma de doble filo que denomino el efecto “Pesadilla antes de Navidad”.

Dedicaré un párrafo a explicar la metáfora por la que muchos os habréis quedado anonadados. “Pesadilla antes de Navidad” una gran película de la que no tengo queja ninguna, con un gran mensaje en su interior, ha influido mucho en la sociedad, tanto para bien, como para mal, ya que ha sido el desencadenante de una serie de reacciones que no puede controlar, y a ello me refiero a la subcultura, grupo social, banda callejera o lo que coño sea, los emos. Podemos verlo claramente con el famoso Jack Skeleton, tan malvado como sentimental y tan molón como solitario, es el personaje más representativo y en el que se basan todas las “creencias”, del “movimiento”, de nuestros “amigos”, incomprendidos.

Y aquí es donde, volviendo al tema que nos interesa, Internet la ha cagado. Al igual que Tim Burton, Internet ha provocado algo que ya es imposible de parar, se trata de la generación de sucedáneos de fotógrafos, escritores, filósofos y libre pensadores que hoy por hoy pululan por la red. A nadie le cuesta lo más mínimo hacer doble clic en una página y empezar a escupir ideas sin ton ni son, esperando gloria por ello.

Los hay de todos los tipos, desde el típico chaval que se compra una cámara y se dedica a subir fotos retocadas en tono sepia al tuenti, hasta la típica adolescente que se crea un blog para decir lo mal que se porta la vida con ella, debido a que su novio el macarra se la mete sin vaselina.

Desde luego ¡nunca fue tan fácil dar el calificativo de arte hasta hoy! Haciendo alusión a la famosa frase “para gustos los colores”, cualquiera puede ya vanagloriarse en su mediocridad sin derecho a crítica casi. Y vamos, no es que me haye en contra de la cultura ¡y mucho menos de la realización personal! Pero sí, en contra de los títulos autoimpuestos, la filosofía barata y las estrategias mediocres de muchos adolescentes para llamar la atención.

Así, cualquiera que me lea puede aplicarme el mismo cuento que predico y cazar al cazador, pero una cosa te pregunto, si no te interesa esto... ¿para qué coño lo lees?

2 comentarios:

  1. Sabía que la entrada acabaría así y, si no hubiera sido, te lo hubiera recordado yo en el comentario. Sabroso!

    ResponderEliminar